Acerca del Departamento de Adultos Mayores Prof. Dr. Edgardo Rolla
El Departamento de Adultos Mayores fue creado por iniciativa de un visionario grupo de colegas liderado por el Prof. Dr. Edgardo Rolla, siendo el primogénito dentro de las instituciones psicoanalíticas de nuestro país.
A 16 años de su creación, si bien es un Departamento relativamente joven, posee una singularidad que lo distingue. El estudio y la investigación clínica a lo largo de las sucesivas gestiones, de las que algunos formamos parte, han dado frutos. Se han efectuado aportes al corpus teórico del Psicoanálisis y se ha avanzado en la creación de Práctica. Publicaciones y Presentaciones Clínicas- teóricas interinstitucionales en Congresos Nacionales e Internacionales dan cuenta de este desarrollo. Dando así también cuenta del potencial de resignificación de los adultos mayores y, de su creatividad (movilidad libidinal).
Duelos y desinvestiduras suelen caracterizar al envejecimiento. El tema es cómo se inscriben estas discontinuidades en cada aparato psíquico. Es un trabajo inminentemente intrapsíquico, en el que las reminiscencias como sentimiento de mismidad, de continuidad, particularmente en los más mayores, suelen ocupar un lugar princeps. Obviamente, también es un trabajo en la intersubjetividad.
Ya Freud en 1930 en “El Malestar en la Cultura” nos hablaba de las tres fuentes de sufrimiento psíquico para el ser humano: el mundo externo (las catástrofes naturales), las relaciones con los otros seres humanos y, el propio cuerpo, que en su finitud le impone al psiquismo un trabajo elaborativo.
La elaboración de capacidades disminuidas, de pérdidas y duelos, posibilita reordenamientos identificatorios, el re surgimiento del deseo y, por ende, la tramitación de las exigencias pulsionales (creación individual de subjetividad).
Re-elaboraciones que suelen ser la apuesta central en los tratamientos psicoanalíticos y, en las intervenciones psicoanalíticas y, actos analíticos llevados a cabo en contextos interdisciplinarios diversos.
Es frecuente que seamos convocados como mediadores, “posibilitadores” de la reorganización de una situación de crisis individual y/o familiar, asistencial del adulto mayor.
No son pocas las veces que, en el intento de poner distancia con la propia angustia y aflicción se lo coloca al sujeto adulto mayor del cuerpo disminuido en el lugar de “solícito objeto de cuidado”.
Es de tomar en cuenta que el adulto mayor suele ser el depositario de los duelos no elaborados de otros, referidos a su propio envejecimiento.
Y, si bien pensamos que se envejece acorde a cómo se vivió, factores eficientes que forman parte del imaginario colectivo -el “viejismo” asociado a los ideales de juventud imperantes- así como los cambios en las modalidades de familia y asistenciales “definen” en más de un caso el destino de la vida erótica del sujeto adulto mayor que envejece.
El aumento de la expectativa de vida con sus aspectos auspiciosos y también sombríos, hacen del envejecimiento una experiencia “nueva” y, nos llevan a considerar la emergencia de etapas intermedias entre la mediana edad y la vejez extendida.