Jorge Schusseim en el Departamento de Historia
“Villa Freud”
El Martes 11 abril de 2017
Desgrabación completa de la reunión
Dr. José Treszezamsky: tengo el placer de presentar a Jorge Schussheim. Es actor, es escritor, es libretista entre ellos de Tato Bores, es humorista, cantante, guionista de comedias musicales, adaptador de obras teatrales, director de coro de música renacentista, publicitario, piloto de avión. Estudió medicina, antropología… apasionado de la música y de la política. Ejerce la docencia constantemente y vivió el psicoanálisis con mucha intensidad como no puede ser de otra manera en él. Lo único que faltaría es “Schussheim asesino”. Los dejo con él…
—Jorge Schussheim: depende de lo que pase acá. Es un placer tener a tantos psicoanalistas a mi alcance por primera vez en mi vida. Me gustaría también tener la llave de aquella puerta. Pero bueno… va a ser lo que sea…a mi la cosa psicoanalítica me viene desde muy chiquitito porque en una de las frecuentes quiebras de mi papá, hasta que se volvió millonario en el año ’40, pocos meses después de haber nacido yo, la familia se tuvo que volver a vivir a la casa de mis abuelos paternos, de su papá. Mi abuelo Arón León Schussheim era un intelectual, un periodista un escritor, que vivía en la calle Corrientes y Pueyrredón. Y allá viví también hasta mis seis años, pero seguí yendo a esa casa hasta que murió mi abuelo en el ’55, yo ya tenía 14 años me faltaba poco para cumplir 15, y ese enorme departamento era un cenáculo de cultura porque allí venían varias veces por semana a hacer sus cumzits, que viene de “vení, sentate” y se toma té en vaso, se comen masitas y tortas, y se debate. Mi abuelo era un gran polemista, un social progresista y trabajaba en el Yiddishe Zeitung, y como me dijo una vez un dirigente del “¿Usted es nieto del viejo Schussheim?”, le digo “Si”. “Era un gran hijo de puta, ¡pero que polemista!”. A su casa concurrían los poetas, los dirigentes políticos, cuando la AMIA y la DAIA tenían dirigentes políticos de verdad… y venían los primeros psicoanalistas rajados de Viena, entre otros refugiados a quienes mi abuelo recogía en ese departamento hasta que se podían acomodar.
Todos los años en el Seider de Pesaj, que casualmente hoy es la primer cena de Pesaj, no se hacía el Seider familiar sino el Seider de los amigos. Se ahorraba todo el año para eso, porque mi abuelo tenía un sueldo de periodista y no daba para mucho. Pero en ese enorme hall se alquilaban caballetes y venían 50 o 60 personas. Se ponían manteles blancos y velas de aquellas que daban esa luz dorada. Y venían todos y se cantaba y se comía, era una noche de enorme felicidad.
Allí conocí en un seider a Heinrich Racker que era muy amigo de mi abuelo y a Mimí Langer A mi me impresionó mucho una vez en el año ´48 o ´49, que me acuerdo que en la mesa de la abuela yo tenía mi lugar como el menor de la familia, y Racker tenía el segundo o el tercer asiento. Él estaba parado mientras todos estábamos sentados, él parado detrás de su silla, apoyado en el respaldo. Mi abuela Ester que era una gran conversadora, le habló en alemán que yo entendía porque mi padres hablaban el Yiddish para que yo no pudiera entender, y yo entendía. La abuela le dijo: “Dr. Racker ¿por qué no se sienta?” y Racker le dijo muy serio: “ porque tengo el culo de cristal y tengo miedo de que se me rompa”. Estaba irremediablemente psicótico a sus menos de cuarenta y pico de años. Creo que murió alrededor de los 50 años. Para mí fue el primer contacto con la locura y me persiguió mucho… él murió joven. Yo no tengo que explicarles a ustedes quien era Racker.
En esa casa mi dormitorio estaba en la biblioteca de mi abuelo que era un enorme cuarto con tres paredes con libros de piso a techo con un riel y una escalerita y un piano, y mi cunita estaba ahí, mi camita hasta los seis años, de modo que la música y la palabra eran mis nutrientes. Era inevitable que yo me dedicara a eso. Pero toda esa pregnancia cultural hizo que me resultara más fácil arrimarme al psicoanálisis, lo queme pasó en la década del ’60…
MI mujer Lía Jelin, con la cual estamos casados hace más de cincuenta y pico de años, una mujer muy inquieta, se metió en un grupo con Yamil Abuchaem a quien conoció a través de una cantante. Hizo mucho tiempo grupo, ella también bailaba, era bailarina de danza moderna y hacía doblete entre el San Martín y el Tabarís para ganar para los garbanzos. De modo que salía desculatada de un lado y se ponía la túnica en el San Martín. Durante un año no le pudo pagar a Yamil, y le daba mucha culpa y le dijo “yo no se como hacer para pagar”. Yamil le dijo: “No te preocupes Lía, la curación también es una forma de pagar”. Con ese amor fue que Lía se vinculó con Yamil y pocos años más tarde, ya pasó a individual. En esa época Yamil tenía cola de tres o cuatro años para dar un horario para analizarse con él.
Y ella con mucha generosidad me cedió su turno. Con Yamil estuve muchos años, lo abandoné muchas veces, muchas más veces de las que yo hubiera querido, pero cada vez que yo quería volver Yamil me decía “venite hoy”. Siempre tuvo un lugar para mí. Estuve dos o tres años con él haciendo diván, después ya hacía cara a cara. Un día después de una pelea terrible con Lía fui y le pregunté: “decime Yamil, vos que la conoces tanto a Lía que fue tu paciente, ¿me podes hacer un diagnóstico?” y Yamil, árabe absoluto, era idéntico a Hafez el Assad, era la cara de el ex presidente sirio, grave, circunspecto y siempre con corbata y con chaleco, me dijo con su acento brasilero inolvidable: “mirá Jorginho: neurótico, se cura, psicópata se cura, esquizofrénico se cura, pero mishigene no se cura jamás”. Eso fue textual. Y fue un diagnóstico absolutamente justo, lúcido lógico y preciso. Yo comparto ese mishigas, esa locura judía con Lía, que es lo que nos permite seguir unidos después de tanto tiempo. Además mis amigos de toda la vida, Alberto Goldín que vive en Río, a quien voy a visitar pasado mañana, Mario Fuks que vive en San Pablo, éramos compañeros de la secundaria de hecho ingresamos en medicina juntos en el ’58 adonde hice algunas materias… ellos se volcaron rápidamente al psicoanálisis, y yo me desinteresé tambuen rápidamente. No tenía un mandato familiar de ser médico… si bien yo canto canciones satíricas sobre mi mamá, ella no era particularmente persecutoria, no era mas perseguidora de lo necesario. Yo no tenía el mandato de “vas a ser doctor”, entonces pasé a arqueología, después pasé a antropología donde mi hermana ya había comenzado sus estudios y las compañeras eran divinas… entonces tengo mas o menos unos seis años de vida universitaria. Alguna vez tuve la fantasía de pedirle a algún rector que me de un título de algo porque hice tantas materias al pedo, tan disímiles que me digan en algo licenciado, o por lo menos ser doctor en algo, pero no lo conseguí. Tengo mucha experiencia en psicoanálisis como neurótico, no tengo ninguna formación pero sí una mirada de pertenencia que comparto con ustedes así como un lenguaje y un amor por el psicoanálisis. Ese lenguaje para mi tiene que ver con la mirada paradojal del mundo. Yo fui publicitario durante muchos años y muy bueno, y trabajaba con varios diseñadores gráficos, uno de ellos, un gran diseñador Víctor García, con quien hacíamos equipo era uno de mis diseñadores cuando yo era director creativo de una agencia hot, estábamos en un proyecto y me mostró un diseño. Pero me lo mostró patas arriba, y le dije: “Víctor está al revés” Me dijo: “sí, pero te lo muestro así para que el contexto no te distraiga del texto y mutuamente” y fue como una epifanía. Entonces me di cuenta que esa visión paradojal era la que tienen los chiquitos que andan todavía en pañales cuando se agachan y meten la cabecita entre las piernas y ven el mundo al revés, y nosotros decimos que ellos ven el mundo al revés. Yo creo que nosotros vemos el mundo al revés, y ellos lo ven al derecho, y cuando crecemos perdemos esa capacidad de separar el texto del contexto que nos permite comprender. Muchas veces al encontrar la solución de las cosas hay que poner el carro antes del caballo y no el caballo antes del carro porque ese es el pensamiento ortodoxo y ordenado. Creo que el pensamiento psicoanalítico tiene mucho que ver con el pensamiento creador, esa cosa que se llama la libre asociación por ejemplo, no es otra cosa que juntar dos cosas conocidas y formular una tercera que es una cosa nueva desconocida.
Yo traje algunos apuntes no los voy a leer, no se preocupen, son reflexiones demasiado personales.
-Andrés Rascovsky: creo que a todos nos impactó lo que contaste de Racker
-J.S: no conocida, ¿No? Habrá sido alrededor de los ´50. Racker murió a los 50 años. Para mi era un señor viejo, pero en la época de la anécdota tendría unos 40 años
-A.R: cuenta Emilio Rodrigué en uno de sus libros que estaba enamorado de la mujer de Racker,
-J.S: ¿Emilio andaba con la mujer de otro? ¡No lo puedo creer!
A.R: … cuenta que estaba profundamente enamorado, y a raíz de los conflictos que tenía decidió irse, y se fue a Inglaterra. Cuando Racker murió, volvió e hizo pareja con Nun (La mujer de Racker (REVISA ESTO)
-J. S: Yo sí lo recuerdo a Racker tocando el piano, y muy bien. Él tocaba la noche de pesaj, tocaba Chopin, tocaba polcas y música judía. Era muy sociable, tengo recuerdos lavados de él porque yo era muy chico. Pero lo que me quedó fuertemente de él es esa imagen flaco, elegante, y con una postura y seriedad enorme le contestó a mi abuela en alemán “yo tengo un tujes de cristal”.
El psicoanálisis fue… creo que Freud dijo alguna vez que las tres personas que mas influyeron en el mundo habían sido Copérnico que le mostró al ser humano que la tierra no era el centro del universo, Darwin que le demostró al ser humano que no era diferente a los otros animales, y dijo “y yo mismo que le demostré al ser humano que no es dueño de sus pasiones, de sus sentimientos” y yo pienso que hasta los más refractarios al psicoanálisis tuvieron influencia del psicoanálisis. Por ejemplo Mario Bunge, yo como racionalista lo admiré siempre, sin embargo es un hombre que cultiva un odio muy especial al psicoanálisis. Pero no creo que no haya sido influenciado de alguna manera por el psicoanálisis. Por ejemplo no creo que no haya leído “La montaña mágica” de Thomas Mann, y Thomas Mann no hubiera escrito esa novela maravillosa sin la influencia freudiana.
-A.R: la primer mujer de Mario Bunge lo dejó por su psicoanalista.
-J.S: ah, eso no lo sabía… pero debería sentirse agradecido no se por que tanto odio… tenes que tenerle amor
Yo tuve tres grandes analistas: Yamil, Fernando Pastrana que era analista de Yamil, llegamos con Lía para hacer análisis de pareja y lo destruimos. Esto fue cuando era embajador. A veces me atendía en el consulado frente a Plaza San Martín, a veces en su consultorio acá cerca. Me acuerdo de estar con él en sesión y que entrara el edecán militar para decirle algunas cosas, y el edecán militar participaba. Y mi querido y recordado Fernando Ulloa, quien fue mi último analista. Fernando era un chinche… tenía una cosa extraordinaria él hablaba así (voz grave y baja) decía que no podía hablar más alto, pero una vez nos peleamos y me gritó como un hijo de puta… él hacía esa trampa para que vos le prestes atención, no podías distraerte ni un segundo. A Fernando lo conocí tarde, me hubiera gustado conocerlo antes cuando yo estudiaba medicina, en la época de la lucha de la laica libre, cuando conocí a Arnaldo Rascovsky con quien después colaboré mucho en su Fundación Filium en la época de la dictadura, y fue un orgullo. Hicimos una comercial inolvidable. Se los cuento rápidamente. Era una filmación que intrauterina de un feto de unos 7 u 8 meses que se movía, se chupaba el pulgar, y la voz era la de Dorita Baret, una voz maravillosa, decía un texto sexualmente ambiguo, porque no se sabía si iba a ser hombre o mujer. Decía: “Voy a nacer, voy a llegar a un mundo maravilloso…” todo un sueño estúpido. Y terminaba con la toma de una enorme vagina de la cual salía la cabeza de un bebé y lloraba, y decía el slogan de Arnaldo: “una buena persona no nace, se hace”. Y Naturalmente eso se lo presenté a la Cruz Roja Argentina sin percatarme de que la presidenta era la señora Raquel Hartridge de Videla. Con lo cual otra vez tuve que rajar un tiempito… pero recuerdo esas clases que daban en el Aula Magna de medicina, Arnaldo, Bleger y Caparrós y Garma a quien tuve el placer de conocer a él y a la hija Carmencita que fue psicoanalista de mi hijo. Pobre Carmen Garma de Aberastury, difícil sacarse ese carma de encima. Al Moro Abadi conocí también, era un elegante. Me acuerdo haber ido a la casa, tocarle el timbre y encontrarlo completamente desnudo porque él decía: “siempre hay que estar preparado por si es una mujer bella”. Una gran relación que yo extraño mucho.
Con Fernando terminamos peleados porque tuve un problema era algo que yo no hablaba en sesión, porque nos dedicábamos a una especie de espadeo a ver quien decía cosas mas brillantes. A veces era un café, a veces un almuerzo en mi casa. Fernando era muy flexible en ese sentido. Un día le dije que si nos seguimos demostrando como desde hace más de 4 años que cada uno es más brillante creo que podríamos terminar con el análisis. Entonces él me dijo con esa cosa tan narcisista que tienen ustedes: “vos no te vas, yo te echo”. Frase que he escuchado más de una vez. No voy a dar nombres, y menos apellidos. Igual terminamos como grandes amigos y nos quisimos mucho y lo lloré mucho durante su entierro. Para ir terminando quiero recordar la mejor definición que yo haya conocido en mi vida sobre judaísmo que fue: “cuando Hilel el viejo que fue el maestro de Jesús, y Galilea estaba invadida por los griegos seléucidas , Hilel tenía unos 91 años , para esa época era imposible, estaba muy débil, y uno de los generales griegos que era aficionado a la filosofía y empezó como un debate con él sobre que era el judaísmo. Entonces pinchándolo le dijo: “ a ver vos que sabés tanto, definime qué es el judaísmo pero mientras te sostenés sobre un solo pié. Se sintético”. Entonces Hilel levantó un pié y le dijo: “ el judaísmo consiste en no hacerle al otro lo que no querés que te hagan a vos”. Bajó el pié y añadió: “el resto es sólo comentario”. Para mí el psicoanálisis tiene que ver con eso. El día que Yamil murió yo tenía sesión con él. Llegué diez minutos después de su muerte. La novia de Yamilsinho no consiguió avisarme, encontré a la familia destrozada y llorando, él había muerto en su Falcon frente a la casa, todavía lo estaban sacando, y muy desolado cuando volví a casa le conté a Lía a quien también le dolió muchísimo. Me dijo: “lo que pasa es que a Yamil se le rompió el corazón de tanto amor que dio” y yo supe que era cierto . En última instancia el psicoanálisis no es otra cosa que curar con el amor y transferir el amor y comprender al otro desde el amor. El resto es sólo comentario. Gracias. Si quieren hagan preguntas íntimas, no voy a contestar ninguna.
Una vez en el año ’86 el negro Marthineitz hacía una cosa que se llamaba “A solas” en canal 9 que era en vivo. Nos invitó a Lía y a mi a participar, estaba Romay en el control. Entonces en el primer bloque le hacen una nota a Lía, en el segundo bloque canta, en el tercer bloque me hacen una nota a mi y luego a los dos juntos. No sienta y dice: “Bueno muchachos, ahora arréglense” Y nos dejó solos, dos bloques con los dos cameraman y el sonidista. Estábamos completamente solos pero afuera había un millón de personas, tenía como 10 puntos de raiting. Era una situación doble. Gracias a nuestra solvencia pudimos sortear con ese momento. Hicimos una especie de improvisación sobre nuestras historias. Y Lía que es mucho más inteligente que yo y como mujer mucho más jodida, me puso contra un rincón hasta que yo cerré la cosa diciendo: “mirá Lía estoy dispuesto a exponer acá mi pensamiento privado pero no mi comportamiento privado”. El Negro lloraba, Romay lloraba. Al día siguiente iba al dentista en la esquina de Uriburu y Las Heras un colectivo 60 frenó sobre la vereda, pensé que me iba a matar, se bajó el conductor y me abrazó llorando y me dijo: “gracias negro, me salvaste el matrimonio”. Pudimos hacer eso por la larga experiencia psicoanalítica, de poder hablar, exponer y conectarnos sobre todo.
-José Treszezamsky: bueno, a ver quien sigue…
J. S: puedo seguir como público si les gusta…
Silencio.
J.S: ¿y entonces?…¿Seguimos la sesión que viene?
J.T: Jorge hizo la secundaria en el mismo colegio que yo… quería contar con la incitación de Jorge una intimidad mía. Yo empecé mi primer análisis a los 16 años y me presenté diciendo: “ Me llamo José Treszezamsky soy fanfarrón y mentiroso”. Durante años ningún analista pudo descifrar cual era el secreto de presentarme de ese modo en cada comienzo de un tratamiento psicoanalítico. Cuando tuve la suerte de conseguir hora con Ángel ya anciano le digo: “mirá todos los tratamientos los empecé así, te tengo que decir que sigue así” y Ángel me pidió asociaciones sobre eso. Le conté entonces que de chico mis compañeros de colegio iban siempre de vacaciones y en casa éramos muy pobres y no íbamos de vacaciones como máximo algún domingo con las bolsas y los sándwiches a la pileta popular de Ezeiza. Y volvían en marzo, composición tema: “que hice en las vacaciones” . Todos contaban que Córdoba, que Mar del Plata, Pirápolis, Carhué. Y yo no tenía nada para contar. Entonces contaba que íbamos a Montevideo en tren. Y a mis compañeros les decía: “ ayer fui a cenar a lo de Fangio” y contaba historias, y todos me creían. Les decía “estuvimos comiendo un asado con Pascualito Pérez, y todo el tiempo inventaba cosas que todos me creían. Y todos los fines de semana yo me encontraba con una personalidad, un grande y reconocido… y siempre me creyeron. Entonces Ángel me dijo que yo no era mentiroso que yo estaba convencido de lo que iba a llegar a ser en mi vida. Y por ejemplo lo que estaba ocurriendo en ese momento que era analizarme con Ángel Garma, porque yo le conté que desde mi adolescencia cuando encontré junto a la obra de Freud el libro de Garma El psicoanálisis yo tenía ganas de analizarme con este tipo. Entonces Ángel directamente lo relacionó con la transferencia que yo no era mentiroso sino que estaba convencido de que eso iba a suceder. Y hoy vuelvo a repetir esa experiencia. Les voy a decir a los amigos del barrio que hoy al mediodía estuve con Jorge Schussheim.
J.S: piropos mayores no he recibido. Asocié… conocen el concepto, no?
Esa visión mía de que me gusta poner el carro delante del caballo con un cuento judío que es cortito y se los voy a contar. Había en un pueblito de Rusia un rabino era muy famoso porque siempre tenía la anécdota precisa para rebatir el tema que se estaba debatiendo, siempre. Y una vez un alumno temeroso le dice: “perdón rabino, ¿me puede explicar por qué usted siempre tiene la anécdota justa para rebatir el tema?” el rabino le dice: “Te voy a contar una anécdota. Una vez en un pueblito muy miserable en Rusia entró una patrulla de cosacos de su majestad el zar a todo galope y el teniente mandó a parar frente a un enorme galpón que tenía 100 blancos de tiro que tenía todo dibujado con un agujero todos exactamente en el medio. Nunca había visto una maestría así. Entonces mandó a llamar: “..a ver judío ¿quien es el tirador maestro que ha hecho esto? Yo lo quiero reclutar para el cuerpo de tiradores de elite de su majestad.” El judío le dice: “no su alteza, no… ese es …un loco que tiene una escopeta vieja atada con alambre, él no sabe nada”. “pero ¿cómo? Usted me está diciendo que el tirador así es un loco”. “mire yo le explico yo le dije que Leiftchich es loco, es mishiguené, el primero tira y después pica el galpón”. Así yo no tengo… lo que primero hago es preparar la anécdota y después pongo el tema para debatir que me lleve a ella. Ese es el pensamiento paradojal que yo cultivo y que no me ha dado tan malos resultados en mi vida.
-Andrés Rascovsky: a mi indudablemente me ha dado mucho placer escuchar tus relatos, la amistad de hace muchos años y el pasaje por la historia… esto que relataste de Racker que da una pintura íntima y tan transformadora de cada uno de los personajes, como lo otro que relaté de Emilio son como pantallazos que traen ciertas intimidades que modifican mucho la historia, nos hace pensar mucho en la intimidad historia y conflictos de todos estos personajes. Personajes que yo viví entre ellos toda mi vida. Enrique Racker para mí era el que tenía los dientes feos, era flaco y muy angustiado. Y bueno, desde mi madre y mi padre tengo relatos que modifican… pienso que en un congreso como el próximo sobre intimidad, los que hemos vivido aquella época como Federico Aberastury deberíamos juntarnos y recopilar estas historias. Hace poco me encontré con Joaquín Pichón Riviere que era mi íntimo amigo de la infancia, aportamos algunas fotos y muchas historias también. Y él me propuso después del libro tan lindo que él escribió de imágenes de Arminda y de Enrique, por qué no hacíamos un libro sobre los hijos de los pioneros cuando esto no era una profesión. Era un movimiento intelectual, transformador, cuestionador, revolucionario que abría caminos de libertades. Para mí y para los que nos formamos hace tiempo, el psicoanálisis fue siempre una relación con la libertad. Desde Arnaldo , Ángel Garma y muchos otros. Yo también me analicé con Ulloa. Pero primero con Garma que se había analizado mi padre, mi madre, mi hermana. Eran épocas distintas y análisis diferentes. Todos los analistas tenían lo esencial, lo que se habló hoy, como alguien similar.
J.T: me gustaría que Jorge nos comente algo sobre el encuentro con la vocación por la fotografía.
J.S.: si… antes que eso quería recordar a Tato Pavlosvsky a quien no mencioné, y a quien no conocí en los ´60 sino un poco más tarde. Fue el ejemplo del resistente, porque fue el resistente en la vida del psicoanálisis, en el teatro, en la resistencia política, y es de esos tipos que eran necesarios y que se los extraña mucho… la fotografía nos tenía unidos a Yamil y a mi en un enfrentamiento porque yo era leiquista, yo tenía una Leica M3 y él tenía una Contarex y a veces discutíamos en sesión sobre la calidad de los lentes, sobre la óptica.
A mi me gustaba mucho fotografiar puertas. Yo iba a buscar puertas… nunca analicé mucho la cosa, creo que todavía tengo resto para analizar sobre el tema y es interesante lo que podría salir.
Un día estaba en el zoológico y salió volando un flamenco, y yo lo fotografié en pleno vuelo en una actitud maravillosa y después fui a la agencia lo amplié, le rompí el grano como se usaba en esa época, e hice una foto grande le puse un marco y se la regalé a Yamil. Dos años más tarde cuando Lía ya había retomado análisis con él, me dijo que Yamil le dijo: “me llevó mucho tiempo entender por qué me regaló esa foto hasta que asocié que después de regalármela, una semana después me abandonó… la foto nos tenía también unidos y desunidos, pero Yamil era un entusiasta aunque usaba esa máquina de mierda por supuesto.
-Del público: ¿podría contar alguna publicidad donde haya influido notablemente su experiencia psicoanalítica?
-J.S.: diría que en todo. Yo tuve muchos premios, de oro, de platino, de plata, que nunca subí a recoger porque primero eran premios a las evidencias a la parte estética y la publicidad no tiene nada que ver con la estética. Yo tengo una definición bastante tajante. La publicidad es una mierda que sólo sirve para vender y si no vende es una mierda. Además esos premios eran de mierda. Premio por ejemplo de León de oro. Y yo preguntaba ¿adónde está el oro? Ponele aunque sea un gramo…estaba pintado de dorado. En el año ’88 yo tenía a mi cliente principal y todos los meses íbamos a presenciar los informes Nilsen que son los informes de consumo y ventas en los supermercados. Entonces venía primero Old Smuggler, después Premium, Vodka, Gin, etc.. y al final había un rubro que se llamaba “otros” y ahí mencionaba un producto que yo tomaba y que era muy rico que era un licor. Yo no lo tomaba como un licor tradicional en copita etc, yo lo tomaba con hielo o lo mezclaba con leche y me hacía un café con leche par adultos o con crema arriba. Y yo le insistía por mucho tiempo a mi cliente que me diera un presupuesto y él me decía que no, que era un producto de porquería que vendía 6000 cajones al año …hasta que al final aceptó mi consejo, en la época de Martínez de Hoz, me dijo te doy 300000 dólares que no era nada. Y yo inventé un comercial a partir de una experiencia amorosa mía. Cité a un gran director y le dije: “Mirá no hay guión. Yo quiero una mujer de unos 40 años muy hermosa y un chico de unos 20 años. ¿Por qué? Porque en ese momento era algo que estaba de moda. Por ejemplo Susana Giménez andaba con Darín. Ella tenía 40 y él un poco más de 20. Y Nacha andaba con uno de sus nietos… las mujeres habían ejercido ese derecho de seducir a los más jóvenes…porque en realidad siempre fue una fantasía de los hombres que quieren una pendeja y las mujeres también lo estaban haciendo. Yo dije que el licor es una bebida de mujeres. Y lo único que quiero es una frase. Entonces lo filmamos en la calle Santa Fé en un caserón en pleno verano, hacía un calor terrible. La modelo era Tini De Bucourt, una hermosísima mujer, alta de 39 años en ese momento, con quien somos muy amigos. El chico era Pablito Cedrón que tenía 25 años pero aparentaba 20. Era una escena de tercero excluido. Ella estaba con un saco pijama y nada abajo, y él estaba con el pantalón del mismo pijama y nada arriba. Él estaba mirando en un televisor chiquito dibujitos animados, era muy evidente que habían estado cogiendo. Y ella comía cerezas y había una botella de ese licor, que era el Tía María, que estaba al margen, no era protagónica, y ella le acariciaba el pelo y le hacía una sonrisa y él le agarraba la mano y se la empezaba a mordisquear. Tini que se había tomado una botella, estaba del otro lado, puso los ojos en blanco , fue doblada por Morita Perlé que tenía, discúlpenme, voz de concha y decía una única palabra que era “estúpido” y él la mira y le dice: “estúpida” y se mataban de risa. Y un cartel que decía Tía María on the rocks que era además romper un tabú porque en ese momento las publicidades mostraban algo así como “Peter licores por favor”. Salón de robles, chimenea invierno. Y esto era en verano, sexo, etc. Era una escena absolutamente cantada, pero donde no se decía nada era todo tácito. El resultado fue muy simple: en seis meses con ese único comercial que duró seis semanas dos veces por noche en un solo canal, pasó de seis mil cajones a vender 100000 se convirtió en paradigma de la categoría y lo sigue siendo hoy después de treinta y pico de años. Ese comercial nunca ganó premio, pero ganó el mejor premio para un publicitario y es que su producto tenga éxito. Fue denunciado, fue prohibido y en plena democracia en el ’84. Fue censurado y prohibido. Así que si yo no me hubiera psicoanalizado no hubiera podido imaginarme una escena así de tercero excluido.
Yo no creo que yo sea un creativo o que tenga una creatividad especial por el psicoanálisis, pero el psicoanálisis es un gran lubricante para eso. Me permitió aceitar ese mecanismo, liberarlos, dejar ciertas represiones, temores internos, el temor al ridículo, abandonar mi tartamudez de chico, crear mi personaje, que es este. Yo le decía a Yamil: “¿yo soy Cuky el tartamudo o Jorge el triunfador?” y hasta que un día él me dijo: “Dejate de hinchar sos las dos personas a la vez”
-Jorge Schvartzman: “Hoy a la mañana estuve en el Florida Garden y a partir de ahí recordé el Di Tella que estaba ahí cerca. A mi me gustaría si podes hacer algún comentario de esa época que había tanto fervor y entusiasmo por el arte y el psicoanálisis. Seguro nos podes aportar algo”
-J. Schuss: la época del ’60 fue en varios lugares del mundo a la vez, y yo destaco tres que estaban al mismo nivel: Londres , Nueva York y Buenos Aires. No París que era un plomo en esa época, excepto la revolución del ’68 que empezó en Nanterre… o sea que allí no pasó nada. Pero sí en esas tres capitales vivimos un capítulo renacentista único e irrepetible, porque las consignas del mayo francés, o previo a ese mayo francés. En mi visión de la historia, la historia es una sucesión de guerras, con pequeños periodos de paz intermedios que no tienen demasiada importancia. Pero mi visión es que antes de las guerras viene un gran periodo de decadencia de aflojamiento, como la belle epoque, o La república de Weimar. Época libertades sexuales, consumo de drogas, y después de la guerra viene una época de contricción, culpa y gran represión. Y siempre fue así en la historia que yo recuerde. Recordemos lo que fueron los ’50, era una época muy represiva, conservadora en todo el mundo. Entonces los ’60 fue una época de gran liberación para sacarnos de encima aquella época. La gran revolución fue el invento de la píldora anticonceptiva que fue el invento social más revolucionario de la historia porque permitió que las mujeres se liberaran por siempre y para siempre. Las minifaldas que eran consecuencia de esa píldora, porque las mujeres no se atrevían, pero esa píldora les permitió adueñarse de su cuerpo. Lo muestro si quiero. Los Beatles que fueron una revolución melódica y armónica en el mundo de la música popular, el LCD, la marihuana y en eso estaba inscripto parte de Buenos Aires. El Di Tella fue un centro de experimentaciones. Yo en el ’57 entré por primera vez a esa empresa que tenía un galpón parabólico donde vendían las motonetas para las cuales había una espera como de 4 años. Mi viejo un día me llevó y me compró una a los 16. Di Tella naturalmente no me la entregó nunca porque el día que me la adjudicaron él se cagó de miedo. Entonces yo le dije: “ pero vos me la prometiste” y él me dijo su célebre frase: “yo prometo hasta que desprometo”. Pero un día en el ’66 no se por qué yo andaba por esa zona, y fui a ver que había en el local de las motonetas y veo una gran puerta entro y veo una sala de exhibición de pinturas. No hay nadie, no hay boletería ni vigilancia, era una retrospectiva de obras de Picasso y vos entrabas y nadie te decía nada. Había una escalera a la derecha y yo subí y en el primer piso hay una puerta abro, y veo que hay otra puerta y hay un clavicémbalo de madera rubia y yo me siento y empiezo a tocar. Y entra un flaco alto, y me pregunta: “¿vos que sos músico?” “si” me dice: “¿querés subir al laboratorio?” me llevó al laboratorio y había allí genios de la música electrónica. Y me quedé y empecé a participar y conocí gente muy valiosa. Bueno yo era músico y tenía mucha sensibilidad para la música y la palabra que es mi ícono y empecé a participar. Hice muchos amigos. Había una obra que se llama “Mens sana in corpore sano” que era una ridiculización de las autoridades dirigida por Norman Briski unos cuantos aficionados nos subimos al escenario del Di Tella con Nacha era un espectáculo muy subversivo… Todo es como los ríos obra de la pendiente, yo entré en esa pendiente ascendente y me quedé. Tuve una gran formación. Mucha experiencia de vida. Afortunadamente había un telo a la vuelta muy cerca, era un gran frecuentador…
-J.T: El instituto Di telo
-J. SCH: a veces dan ganas de asesinarlo. En el Florida Garden se juntaba toda la fauna. Por ejemplo estaba la mesa de los espías. Yo llegaba tomaba mi cortado doble con media lunas que eran maravillosas, y luego al mediodía bajaba a comer algo con los amigos. Estaba la mesa de los arquitectos. La mesa de los espías donde estaba el Tata Yofre.. otra donde estaba Sergio Renán. Yo he llegado a sentarme en una mesa donde se sabía que eran tipos de la SIDE. Pero había una especie de convivencia donde se podía hablar. Cuando llega la minifalda, si ustedes recuerdan el Florida Garden el baño de hombres está abajo y el de mujeres en el primer piso. Había una escalera y había dos mesas una justo debajo de la escalera y otra al costado. En la época de la minifalda esas mesas eran muy solicitadas porque eran las mejores mujeres de Buenos Aires y los mejores culos. Esas mesas se vendían. Por ejemplo un comprador habitual era Landrú que caía tipo seis y media y nosotras bajábamos a las seis pedíamos champagne y consumíamos y llegaba él y decía “hola ¿qué tal?” agarraba el ticket y decía ‘Váyanse” . Eran muy solicitadas. Lo que no había en el Florida Garden movimiento psicoanalítico. Estaba más en La Paz, más en la cosa psicobolche donde había muchas pipas, mucho sexo muchas psicólogas. Muchos poetas suicidas.
La vida pasaba de ir de café en café o de ir a la Jockey a reírse de Victoria Ocampo para ver que era lo que hablaban, era la pituquería. Era una migración muy enriquecedora esa gira de café en café, porque escuchabas, aprendías, dialogabas, conocías gente. Claro uno tenía sus 20 años y la angustia existencial pasaba por otro lado y paradojalmente era menor que la de ahora, para mí.
-Adolfo Benjamín: Te quiero hacer una pregunta y quiero que me la respondas con traducción. Un problema que tenemos algunos psicoanalistas es hacer un diagnóstico diferencial entre mishiguené y y tzedreitet
-J.Sch: es difícil esa respuesta porque Tzedreitet significa dado vuelta, trastornado, en cambio mishiguene es mucho más poético. Un mishiguene es un soñador, y tzedreitet puede ser lo que se dice un remordido un hijo de puta. Un mishiguene es un soñador, es como mi mujer, es como nosotros. Nosotros somos a dios gracias, mishiguenes, algunos somos tzedreitet y algunos somos murder, asesinos. Esa creo que es la diferencia. Es como la diferencia entre un schlemiel y un schlemazl. La diferencia es esta: viene un schlmiel caminando por Siberia con 40 grados bajo cero muerto de frío no hay nada ni árboles, viento y viene desesperado ve una casita con una luz y se mete y es una hostería. Y desesperado el schlemiel le dice a la dueña “quiero algo para comer caliente” la dueña le dice “tengo una última porción de sopa. Última” se la da tropieza y se la tira encima a un schlemazel. Esa es la diferencia. Un schlemiel es un torpe, un schlemazel es un desgraciado. Sin Yiddish no se puede vivir. Con José que participamos mucho en Facebook somos algunos que hablamos Yiddish pero ya hay varios que hablan Yiddish con nosotros.
-A.B.: en la casa de Freud se hablaba Yiddish.
-J.T: yo le dije a Jorge en Facebook que estábamos perdiendo la posibilidad de hablar en Yiddish en secreto y que nadie entendiera nada. Que estaba difundiendo el Yiddish.
-J. Sch.: creo que estamos en el momento que es también la diferencia entre los ingleses y los judíos. Los ingleses se van sin despedirse, en cambio los judíos nos despedimos pero nos quedamos. Decimos chau y seguimos.
-J.T.: muchas gracias; fue un honor que hayas inaugurado el ciclo de invitados.