Incertidumbre y violencia
Luis Oswald
Me mueve a reflexionar en este foro un encuentro reciente entre algunos miembros de APA y el periodismo donde tuve oportunidad de estar. La temática del mismo era la violencia en diferentes ámbitos de la construcción social, tales como: la familia, la educación, el trabajo, el deporte y en el fenómeno grupal-cultural propiamente dicho. Una amplia gama de ejes atravesó el encuentro pero yo solo resalto algunos que me interesan para debatir. Como por ejemplo los mitos fundacionales de las parejas y familias como vectores de una socialización violenta, que no es otra que la violencia de los dioses en el imaginario clásico griego por mencionar alguna y en el sustento mismo del poder de la divinidad en las religiones. Sin pretender herir confesiones, parecería que la “violencia de arriba engendra violencia abajo” y que los dioses ahora devenidos humanos repiten, a imagen y semejanza, para no recordar ni elaborar.
Por otro lado, como una suerte de cascada circular atemporal, el trabajo y sobre todo las relaciones de la estructura de la subjetividad con la actividad laboral se precarizan globalmente al punto de lograr estándares de glebalización (neologismo aludiendo a los ciervos de la gleba) alarmantes, pero a diferencia de la edad media, esta vez la regresión alcanza a la casi totalidad de la población empleada sin respetar clases sociales, obreros, empleados, jefes y jerarquizados, provocando altísimos niveles no ya de enfermedades profesionales propiamente dichas sino también un altísimo número de otros síndromes que podríamos denominar formas de suicidio crónico, como por ejemplo el miedo a la pérdida del trabajo, utilizados como nuevas formas de sometimiento. Donde la indocumentación por migración externa e interna, la pérdida de la identidad, de la libertad, de la fraternidad y de la igualdad ante la ley y de tener que dormir a la intemperie, arriba de un árbol o en el mejor de los casos en un agujero en la tierra es la moneda corriente; no puede más que generar una intensa violencia, por lo menos para un sistema, no sabemos si satisfacción para otro.
También la violencia en el deporte se hace escuchar, heredero del mito “pan y circo” romano donde era obligación del emperador divertir al pueblo al servicio del “mente sana, cuerpo sano”, consigue en la actualidad un status perverso donde las instituciones representantes de las diversas banderías, representan solo intereses particulares de sus dirigentes subvirtiendo el interés común por el del negocio propio de los dirigentes.
Forzamientos del arco social como los mencionados anteriormente, consiguen generar en las instituciones y sobre todo en los individuos “un aspecto fascinante de la violencia” (C. Moise), como perspectiva de cambio, generando una sensación de ruptura de la legalidad-legal conseguida vaya a saber porque argucia política, y constituyéndose la violencia como única alternativa de cambio. Mi pregunta será entonces ¿la legalidad transgresiva, siempre violenta, como único camino de constitución de otra legalidad?