Resumen Juan Carlos Buccheri
Trauma y violencia. Consecuencias psíquicas de las realidades extremas
Siguiendo a Andre Green en sus “Ideas directrices” podemos decir que hasta 1950 el psicoanálisis parecía ser una disciplina homogénea cuyo objeto era la cura psicoanalítica en sentido estricto. Pero desde hace algunos años el campo de nuestra disciplina se diversificó adjuntándose diversas técnicas que permitieron el abordaje de distintos tipos de pacientes: niños, adolescentes, psicóticos, psicosomáticos; a su vez que la atención también se amplió a otros ámbitos: dispensario, hospital general, psiquiátricos, cárceles, etc.
En este sentido, Green plantea que hay que hacer 3 divisiones:
- El trabajo de psicoanálisis: lo que comúnmente conocemos como el tratamiento. Trabajo del psicoanalista en el consultorio. Análisis, psicoanálisis con variaciones técnicas, psicoterapia analítica, etc.
- El trabajo de psicoanalista: es lo que puede hacer un psicoanalista cuando es convocado a trabajar en una institución. No deja de tener en cuenta criterios psicoanalíticos aportando su savoir-faire y su conocimiento, pero no es el trabajo de psicoanálisis propiamente dicho.
- El trabajo de psicoanalizado: es el trabajo de alguien que emprendió un psicoanálisis, no es psicoanalista pero utiliza lo adquirido en él para su trabajo.
Hecha esta distinción les quiero hablar de un trabajo que vengo desarrollando en el ámbito penitenciario. Específicamente con los agentes penitenciarios. Se imaginaran que por diferentes características el trauma y la violencia en realidades extremas tienen un escenario propicio, caracterizado por el riesgo latente y constante para la integridad psicofísica de todos involucrados; es un ámbito desgastante y exigente, con múltiples “frentes de potencial conflicto” como la relación con los internos, la de los internos entre sí, las situaciones altamente disruptivas como tener que bajar a un “colgado” (interno que se suicidó ahorcándose) hasta ser atacado por un interno con sangre infectada o un puntazo en el hígado en “plena tomas de rehenes”.
Muchos de los agentes penitenciarios sufren las consecuencias de estar permanentemente inmersos en esta realidad y lo manifiestan como “síndrome de Burn Out” y ese fue el motivo original por el cual fui convocado. Las principales manifestaciones de este cuadro son:
Problemas para dormir. Cansancio excesivo. Abuso de café, tabaco, alcohol y otras drogas. Insatisfacción laboral y personal. Irritabilidad, sentimientos de enojo. Violencia. Fatiga crónica. Dolores de cabeza. Problemas de sueño. Desórdenes gastrointestinales. Pérdida de peso. Dolores musculares. A los que les podemos sumar accidentes recurrentes y suicidios.
Lo que me interesa transmitir es que a pesar de estas condiciones particularmente complejas el trabajo de psicoanalista en términos de Green tiene bastante para aportar. Lejos de dar tips o técnicas de relajación para intentar domesticar los síntomas y signos con los que se expresan los efectos de estas “Realidades extremas” comenzamos a transitar un camino franco entre muerte y sexualidad; sueños y traumas; elaboración y descargas. Torturadores y torturados.
Y las “ideas directrices de este trabajo” si me permiten la expresión me llevaron a plantear: que donde termina la diplomacia, la palabra, la conversación, el dialogo, la elaboración, la psiquización aparece la violencia, el acto, la descarga, la destructividad o la desinvestidura. Que a pesar de ser una organización militarizada, dependiente del ministerio de justicia, el problema no es de Ley, sino de sentimientos, de afectos, de pulsiones. Todo esto puede parecer una obviedad pero fueron los conceptos con los cuales me fui acercando a los agentes a lo largo de este tiempo y que nos fue posibilitando dar nombres a muchas cosas que pasan en el penal. A lo inefable.
“El saber psicoanalítico es algo que transforma el mundo. Con él ha venido una suspicacia serena, una sospecha que desenmascara, que descubre los escondites y los manejos del alma. Esa sospecha, una vez despertada, no puede volver a desaparecer nunca”
(Thomas Mann).