Resumen Jorge Canteros

“La clínica psicoanalítica ante los efectos desencadenados por la pandemia”

Reflexiones sobre la experiencia clínica en la situación actual

Jorge Canteros

Ordenaré mi exposición en tres partes:

A.- Los efectos que la pandemia ha desencadenado

1) El miedo y aún el terror frente al abrupto encuentro con un "real" que trajo a la luz una vulnerabilidad denegada, una vulnerabilidad para todos, que el sujeto contemporáneo había desmentido, en especial su condición de ser viviente. ¿Es suficiente, me pregunto, nominar a este factor letal con el nombre de "castración" o de "falta"? Registros en lo simbólico que nos interrogan sobre el lugar de un Otro que no oferta a los sujetos una mirada que permita registrar su ser mortales y su necesidad ineludible de sostenimiento.

2) Esa vulnerabilidad, ahora advertida, permitió a su vez registrar la presencia de ese Otro de la época cuya función es según Foucault "hacer vivir" -cuidado de la salud de las poblaciones- o " dejar morir" y fue el registro de ese dejar morir sin auxilio de la época lo que produjo el terror de advertir la falta de un Otro que sostenga al sujeto, algo del orden de lo "Necesario" -y apunto aquí a las figuras de las Moiras" (Freud, 1913) algo que no es del orden de la "demanda", en las relaciones entre el Sujeto y el Otro, entre el individuo y la sociedad.. Yo creo que es condición de trauma social esta falta radical. No se trata de la posibilidad del Otro, que tendrá sus límites, sino de la responsabilidad aun imposible a asumir.

3) La cuarentena ha tenido a su vez distintos efectos, pero quiero destacar en especial la oportunidad de la detención de la maquinaria productiva, del empuje imparable del que nos habló Walter Benjamin ya hace mucho en su alegoría "Ángel de la historia" sobre el Angelus Novus, aquel cuadro de Paul Klee, donde dice Benjamin "...Este huracán le empuja -al ángel- irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso (Benjamin, W, 1940)1. Giorgio Agamben (2007) identifica el ángel con el hombre moderno, quien al perder contacto con el pasado, es incapaz de encontrar su lugar en la historia".

Es en ese no poder mirar hacia el pasado, en ese empuje imposible de detener del viento del progreso, es donde podemos ubicar la desmentida de la vulnerabilidad que se presenta como una huida hacia adelante, desconociendo aquello que ese empuje no deja ver.

Caracterizamos al mundo contemporáneo por los efectos que ejerce sobre los sujetos y que vamos a marcar como un empuje irrefrenable, de una producción sin intervalos y de una huida hacia adelante que impide mirar hacia el pasado. Esta articulación de estos tres factores producen efectos creciente de alienación, de sujeción excesiva a un Otro.

En la sociedad contemporánea este "viento del progreso" toma mayor velocidad por nuevas tecnologías y los nuevos modos comunicaciones electrónicas que dan lugar a todos los intercambios virtuales. Como siempre, sabemos también que un instrumento puede ser usado para diversos usos y que aquello creado para la guerra puede ser usado para la paz. Así la mayor producción permite que más comodidades y medicamentos lleguen a un público más amplio así como todas las nuevas formas de comunicación permiten hoy lazos y cercanías imposibles de imaginar sin los avances electrónicos, informáticos y cibernéticas, disciplinas nacidas en el siglo XX que nos hacen posible hoy "acercarnos a lo lejos" donde los cuerpos parecieran tocarse a la distancia.

B) La clínica psicoanalítica en tiempos de cuarentena

1.- Una oportunidad a considerar.

A no ser por esa apenas partícula de un real incontrolable por la economía, por la ciencia, por las armas, esta detención no hubiera sido posible, y como tal, no nos hubiera brindado esta oportunidad para registrar la angustia y las preguntas del sujeto. La oportunidad de una separación posible, aunque seguramente provisoria, un cierto intervalo entre el sujeto y el Otro social, con el cual estaba identificado, alienado.

La posibilidad entonces de estar en la “casa”, con la familia, con la pareja, con consigo mismo, nos habla de cierta reversión de la mirada y, por lo que vemos en la clínica, también de la libido. Pero esto va siempre caso por caso y no sería adecuado sin escuchar al sujeto pretender ubicar donde está su alienación y por donde pasa para el sujeto un cambio de posición.

Este entrecruzamiento de un tiempo de espera, de demora y el de un espacio donde puedan ocurrir procesos de registro, de diferimiento, ha tenido sus efectos en los sujetos en estos momento de pandemia. Es justamente ese diferimiento el que permitiría encontrar una producción otra que requiere tiempo y espacio, sin apuro.

Derrida, amigo del Psa como se reconoce ser, aporta el concepto de Différance, entre tantos otros. El mismo aporta la idea de un sujeto, no cerrado en su constitución identitaria y de un sentido tampoco cerrado en el concepto. Esto coincide, a mi entender, con el trabajo de la clínica psicoanalítica y con su método de alojar la deriva de la significación y de la identidad. Dice Derrida: “La Différance no es una distinción, una esencia o una oposición, sino un movimiento de espaciamiento, de un "devenir-espacio del tiempo y un devenir-tiempo del espacio, una referencia a la alteridad, a una heterogeneidad que no es primero oposicional" (Derrida & Roudinesco, 2009)

2.- Algunas reflexiones sobre el encuentro psicoanalítico, el encuadre y las operaciones clínicas.

No podemos hablar hoy de "encuentro Psa" sin hacer referencia a este punto de encuentro de la humanidad por estar todos afectados, tocados fuertemente por la pandemia, lo que hace un a "para todos" los sujetos y comunidades pero tocados a su vez cada uno y de muy diferente manera por las "condiciones de vida", suficiente expresión abarcativa para aludir a condiciones raciales, económicas, sociales, sexuales, geográficas, climáticas, que nos posicionan de muy diverso modo.

Quiero tomar la expresión "encuentro analítico" con cierto cuidado y además lo haré en el contexto donde nos ha surgido. Mi acentuación aquí es que la situación actual nos brinda una oportunidad como sujetos todos y como analistas de un encuentro, el de cada uno con algo de lo desmentido. El Psa tiene a su vez la oportunidad, como vemos que está ocurriendo, de hablarle, de dirigirse al sujeto de cada tiempo, porque este ha de tener distintos modos de darse y en cada uno el psicoanálisis tiene, o podría tener, la capacidad de dirigirse a él y de ser escuchado si es capaz de ver en él, el sufrimiento que padece, el síntoma de su época, la alienación de su época, y permite en su clínica un saber hacer con ese desencuentro estructural del sujeto consigo mismo. Es en este recorrido donde nos podemos preguntar dónde vemos y con qué o con quién el encuentro en juego. Prefiero llamar cita a la posibilidad o a la oportunidad de un trabajo, y es ese trabajo el que permitirá el encuentro tal vez del sujeto con aquello que habita en su síntoma, en su angustia.

Entonces, ¿Encuentro analítico? ¿Cuál? Justamente yo creo que la pandemia es una oportunidad de un encuentro, de cada sujeto con aquello de sí que desconoce o que desmiente. Y el Psa es para mí también la oportunidad de un encuentro, tal vez siempre algo fallido o de algo imposible. Diría la del sujeto con "aquello que lo causa", sin que apostemos a cómo nombrar eso que lo causa, si trauma, inconsciente, goce, y en ese sentido siempre ese encuentro será estocástico, tropiezo, eventualidad, descubrimiento y siempre esa "oportunidad" podrá ser también una oportunidad imposible.

El encuadre, podríamos sostener, es el modo que cada analista encuentra para asegurar, dentro de lo posible, la clínica psicoanalítica. Es decir, la de permitir un espacio y un tiempo de detenimiento de lo cotidiano para poder llevar “el ver” a un “mirar”, y el “oír” a un “escuchar”. Es en la medida de la simultaneidad de estas operaciones que el “ver” se transforma en una "mirada mental", es decir, una mirada que acompaña la escucha y una escucha que acompaña a la mirada. En cierto sentido, es ese movimiento el que, entendemos, hace posible la producción del sueño: cierto “proceso regresivo” -¿será “regresivo o productivo”?- en una combinatoria tópica, formal y temporal, pero en un presente, una temporalidad que permite el proceso de hacer “algo de sí”. “Que haya tiempo, pero no para hacer la siesta”, sino de trabajo tanto en la sesión como en el transcurso de un análisis. Esto se sostiene en el deseo de Freud- del que deviene el deseo del analista-, que pudo como Derrida no hacer de la diferencia, oposición. Deviniendo Freud mismo de una clínica del escuchar y a su vez, de una clínica del observar y del mirar, no hizo de esa Différance una oposición sino un diferimiento productivo, el de la escucha y el de la mirada.

El encuadre implica entonces las condiciones de posibilidad para que se dé este tiempo de demora, de espera, de una cierta detención del "empuje" y el poder ofertar y hacer posible un encuentro, en tanto cita como articulación entre lugar y tiempo, entre demanda y deseo. Sin apuro, aunque sin quedarse allí de puro cobijo, si bien pueda ser éste la puerta de entrada de un análisis, para que pueda darse ese observar, como el de la ventanilla del tren, una mirada interior, la del analizado como asociación libre, o la del analista como atención flotante.2 Un alojar al otro como tal para que el analizado pueda, a su vez, “alojar lo otro de sí mismo”. Yo creo que la mayor condición de posibilidad que establece todo el encuadre no diría que es el encuadre físico sino que es la escucha analítica, donde haya algo de esa escucha, hay apuesta y trasmisión del Psa y lo es para que cada uno pueda asumir esta "mirada interior", esa "mirada/escucha" que requiere de un detenimiento del actuar para que se dé cierta regresión en el sentido tópico, formal y aún temporal de la posición, pero no para llevar a hacer del paciente un niño, como se ha dicho- cosa que creó una lectura muy literal de Freud. Sino, despojar al sujeto de una mal llamada “adultez”. Entiendo que se trata de captar siempre lo que en el presente circula, nada fuera de lo que en el tiempo se ha despertado. Y agrego que la escucha no es nunca sólo de las asociaciones donde oír los recuerdos, escuchar la repetición, sino también lo que aparece como oportunidad, como diferencia.

Me gustaría agregar a la escucha y a la mirada, lo que podríamos llamar, propongo, una auscultación como captación, como registro de algo a escuchar cerca del "cuerpo", de su palpitar, de los flujos pulsionales que corren por debajo de la palabra, metáfora para dar un lugar a esta función que me parece interesante trabajar. Implica una posición analítica y que sabe que ese flujo pulsional forma parte de los cuerpos y que no todo se puede expresar con las palabras -¿será suficiente hablar aquí de lalangue?-. Algo de ello se deduce de la asociación libre y de una escucha que vaya más allá de la palabra y aún del significante para dar lugar a cierta captación de un pulsar, pero no del Icc, de la "boca del inconsciente", que también se abre y se cierra, sino algo que surge del "cuerpo" en tanto cierta presencia de "lo real"que si bien no puede ser escuchado, no hay allí lenguaje, pero si tal vez presencia que asoma, como aquella calavera detrás del cuerpo de los Embajadores del cuadro de Hans Holbein. Creo que esta escucha acompaña al camino de la pulsión y como tal no siempre es acompañada del significante. Algo de esto es lo que escucho en Lacan (1954-1955) en su comentario al sueño de Freud sobre "La inyección de Irma" Una escena sin palabras, porque como dice Lacan la paciente no habla, "no abre la boca", pero cuando la abre sin hablar cuántas imágenes aparecen, cuánto parece hablar en la escucha de Lacan de ese cuerpo, parece que podemos registrar algo allí en la palabra en "status nascendi".3

2 Yo creo que esto es algo muy diferente a referirnos a si es necesario la comunicación con el paciente con imagen o si es necesario generar en la distancia las mismas condiciones que en la habitualidad del consultorio. Se trata de condiciones no necesariamente para todos, y tal vez dependerán del buen entender del analista.

3 “La cosa no termina ahí. Habiendo conseguido que la paciente abra la boca-justamente de esto se trata en la realidad, que no abre la boca-lo que Freud ve al fondo, esos cornetes recubiertos por una membrana blancuzca, es un espectáculo horroroso. Esta boca muestra todas las significaciones de equivalencia, todas las condensaciones que ustedes puedan imaginar. Todo se mezcla y asocia en esa imagen, desde la boca hasta el órgano sexual femenino, pasando por la nariz; muy poco tiempo antes o muy poco tiempo después Freud se hace operar, por Fliess u otro, de los cornetes nasales. Es un descubrimiento horrible: la carne que jamás se ve, el fondo de las cosas, el revés de la cara, del rostro, los secretos por excelencia, la carne de la que todo sale, en lo más profundo del misterio, la carne sufriente, informe, cuya forma por sí misma provoca angustia. Visión de angustia, identificación de angustia, última revelación del eres esto: Eres esto, que es lo más lejano de ti, lo más informe”.
Hay toda una semiótica de la voz y de la mirada en Raúl Dora y María Isabel Filinich de la Universidad Pontificia de Puebla, México.

3.- Qué escuchamos en las sesiones de pacientes en análisis durante este tiempo de cuarentena

Yo escucho que hoy, junto a los peligros de ser despojados de sus cosas, de sus logros, de sus escabeles, por la pandemia o por el mundo actual, hay un temor de no poder sostener los logros personales, de su propia construcción subjetiva, en la medida que esta detención lleva también a acentuar la mirada sobre sí y descubrir, en más o en menos, cómo se han constituido sus defensas, su carácter, sus creencias, y ver allí, tal vez, lo no elaborado, lo que lo tiene aun detenido aunque se haya dado todo una avance en su producción. Con los tiempos variables de una lógica del percibir, del entender y del concluir, pero no sin una dimensión de la escucha analitica y de la mirada, que permita revisar sus recuerdos, sus momentos de trauma y su saber hacer con eso.

La proliferación de sueños, de ser llevados hacia otro momento, figuración de lo que insiste como no elaborado, duelos, pérdidas no atravesadas, sin cabida, que resurgen en el momento de detenerse, como lo he visto tantas veces en pacientes que vinieron al análisis por ataques de pánico, y que recordaban haber avanzado velozmente sin mirar hacia atrás, sin haber registrado mucho de lo vivido.

Entonces el encuadre entendido como el marco del encuentro para que el mismo ocurra, y las condiciones para que sea posible, lugar y el tiempo como condición de posibilidad también del sujeto consigo mismo sin ignorar lo éxtimio, lo propio no reconocido, como esa presencia del Ananké, ese real que se impone y se desconoce. Devolver un camino a la pulsión, como lo vemos en los ataques de pánico. A veces allí el terror de aquello que en el apuro no pudo ser registrado. De allí escucha y mirada interior de lo que allí hay en “falta” en cada uno.

Ese real que la pandemia trajo como un “hacer saber” de eso, porque “no se quiere o no se puede saber”, porque ese no enterarse es lo que el Otro reclama, exige, porque es de lo que el Otro goza. El desconocimiento y el goce, la adicción, es lo que el sujeto puede aprovechar de esa producción, pero no alcanza para atribuirle toda la responsabilidad de su goce, pero sí reclama brindarle la posibilidad de hacer otra cosa con eso. Por otro lado, no podemos desconocer todo lo que trajo de cambios positivos estos avances en la producción, pero eso no alcanza para desmentir el mismo consumo excesivo que genera. Hay lugar también para otras cosas, entre la tierra y el cielo. Entre la productividad y el valor de la improductividad, entre los medicamentos y sus excesos. Creo que necesitamos modos de pensar que vayan menos por la polarización, por las oposiciones absolutas, e ir por los modos de darse según las épocas siguiendo la pulsión y siguiendo el lenguaje.

C) Para concluir

Podríamos acercar aquí aquellas referencias de Bataille4 sobre este mundo de lo "improductivo" con el Psa y con la propuesta de Freud de "Hay que cultivar su jardín" en Malestar en la Cultura. Planteo fuerte de Freud para el hombre en relación a la sociedad: "dejar de ser objeto del goce del Otro, de Pangloss en el caso de Cándido, y como nos lo propone Freud de la mano de Voltaire, pasar de un goce masoquista de repetir la palabra del Otro, a un goce otro, el de hacer algo "sin ese Otro", del cual ya ha dejado de creer, al goce de la creación, el de "cultivar su jardín". Diríamos cada uno el suyo, su mundo en tanto "ese lugar" de "su mundo".

Yo encuentro en este punto un lazo con el señalamiento central que hizo Judith Butler (2020) en una de sus disertaciones de este momento donde hablaba de cómo deberían ser las condiciones dignas de este "mundo", condiciones para este ser viviente, entre otros, que es el hombre, un umbral diría yo no franqueable porque implicaría un límite de las condiciones de dignidad de su hábitat y de las condiciones de dignidad de la vida del hombre. Pero como registro de ese límite, entiendo que para todos, sin embargo había en el desarrollo de Judith Butler algo del registro del límite de cada uno: habló así de una vida posible de ser vivida y de un mundo posible de ser habitado es decir de un mundo habitable y de una vida vivible. Donde justamente ni "vida" ni "mundo" son conceptos fáciles de definir, -tal vez sólo podemos referirnos a ellos como “ficciones útiles” (Nietzsche)- pero estos adjetivos "vivible" y "habitable" hacen de "vida" y de "mundo" un entrecruzamiento indispensable con aquello del registro de lo viviente, el goce, el sufrimiento y el dolor como un límite, una condición, un "No" a “de cualquier manera”. Pero a su vez hay un dejar a estos conceptos cierto margen de indeterminación entre lo colectivo y lo singular donde establecer ese límite de lo tolerable. Y en este sentido la búsqueda de ese límite a no ser transgredido es algo que nos preocupa y mucho del mundo actual. Y allí rescatar al humano como "ser viviente" y con ello no repudiar nuestra pertenencia a ese conjunto contrariando a Heidegger. Esto está presente en la angustia y en el terror de nuestro tiempo.

4 Bataille (1961) diferenció un mundo del trabajo, de la producción y un mundo de lo improductivo, del goce, del reposo, donde ubica lo sagrado, la creación.

Rescatamos aquí “cuando en su texto sobre el erotismo nos plantea que el mundo del sujeto y de la sociedad están divididos en dos universos: el del trabajo, de la producción, de la adaptación y el de la trasgresión, de la fiesta, del exceso. Al primero lo llama profano, al segundo sagrado. Nos dice también que no se trata sólo de dos universos sino de dos dimensiones de la vida del hombre: tiempos de lo profano y tiempos de lo sagrado, tiempos de producción y tiempos de erotismo”. (Canteros, J., 2013)

Bibliografía

Agamben, G. (1978) Infancia e historia. Ensayo sobre la destrucción de la experiencia.

Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora. 2007

Bataille, Georges. (1961) El erotismo, Barcelona, Ed. Tusquets, 1997.

Benjamin, W. (1940) Sobre el concepto de historia, en Obras, libro I, Vol.2, Abada Editores, Madrid, 2008

Butler, Judith (2020), Conferencia: Lo que hace que la vida sea habitable. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=4qhh0SAcqtc

Canteros, Jorge (2013) Cuerpos, excesos y límites. Entre la ley y el cuidado. Revista Latinoamericana de psicoanálisis “Caliban”, Volumen 11, Nº2. Buenos aires

  • (2016) The body as potency and as a limit: from "the exigencies of life" to the ananké. A contribution to an ethic dimension of psychoanalysis. En: Revista de Psicoanálisis. Vol. special edition (june 2016). Buenos Aires : Asociación Psicoanalítica Argentina.

Derrida & Roudinesco (2009): Políticas
de
la
diferencia. Capítulo 2. En: “Y mañana qué…”, Ed.
Fondo
 de 
Cultura 
Económica, 
Buenos
Aires.
 Pag. 29-42

Freud, S. (1900) El método de la interpretación de los sueños. Análisis de un sueño paradigmático, Capítulo 2. Volumen IV Obras Completas. Buenos Aires. Editorial Amorrortu. Pag. 118-141

(1913) El motivo de la elección del cofre. Volumen XII Obras Completas. Buenos Aires. Editorial Amorrortu. Pag. 303-328

Lacan, Jacques (1954-1955) Seminario 2. “El sueño de la inyección de Irma”. Buenos Aires. Ed. Paidós.

1   En la sociedad contemporánea este "viento del progreso" toma mayor velocidad por nuevas tecnologías y los nuevos modos comunicaciones electrónicas que dan lugar a todos los intercambios virtuales. Como siempre, sabemos también que un instrumento puede ser usado para diversos usos y que aquello creado para la guerra puede ser usado para la paz. Así la mayor producción permite que más comodidades y medicamentos lleguen a un público más amplio así como todas las nuevas formas de comunicación permiten hoy lazos y cercanías imposibles de imaginar sin los avances electrónicos, informáticos y cibernéticas, disciplinas nacidas en el siglo XX que nos hacen posible hoy "acercarnos a lo lejos" donde los cuerpos parecieran tocarse a la distancia.

2   Yo creo que esto es algo muy diferente a referirnos a si es necesario la comunicación con el paciente con imagen o si es necesario generar en la distancia las mismas condiciones que en la habitualidad del consultorio. Se trata de condiciones no necesariamente para todos, y tal vez dependerán del buen entender del analista.

3   “La cosa no termina ahí. Habiendo conseguido que la paciente abra la boca-justamente de esto se trata en la realidad, que no abre la boca-lo que Freud ve al fondo, esos cornetes recubiertos por una membrana blancuzca, es un espectáculo horroroso. Esta boca muestra todas las significaciones de equivalencia, todas las condensaciones que ustedes puedan imaginar. Todo se mezcla y asocia en esa imagen, desde la boca hasta el órgano sexual femenino, pasando por la nariz; muy poco tiempo antes o muy poco tiempo después Freud se hace operar, por Fliess u otro, de los cornetes nasales. Es un descubrimiento horrible: la carne que jamás se ve, el fondo de las cosas, el revés de la cara, del rostro, los secretos por excelencia, la carne de la que todo sale, en lo más profundo del misterio, la carne sufriente, informe, cuya forma por sí misma provoca angustia. Visión de angustia, identificación de angustia, última revelación del eres esto: Eres esto, que es lo más lejano de ti, lo más informe”.

Hay toda una semiótica de la voz y de la mirada en Raúl Dora y María Isabel Filinich de la Universidad Pontificia de Puebla, México.

4   Bataille (1961) diferenció un mundo del trabajo, de la producción y un mundo de lo improductivo, del goce, del reposo, donde ubica lo sagrado, la creación.

Rescatamos aquí “cuando en su texto sobre el erotismo nos plantea que el mundo del sujeto y de la sociedad están divididos en dos universos: el del trabajo, de la producción, de la adaptación y el de la trasgresión, de la fiesta, del exceso. Al primero lo llama profano, al segundo sagrado. Nos dice también que no se trata sólo de dos universos sino de dos dimensiones de la vida del hombre: tiempos de lo profano y tiempos de lo sagrado, tiempos de producción y tiempos de erotismo”. (Canteros, J., 2013)

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